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martes, 17 de enero de 2012

Te quiero, siempre lo haré.


A veces pienso en él. Pienso en momentos lejanos que no creo que se vuelvan a repetir. Cierro los ojos y los aprieto con fuerza, intentando impedir que alguna lágrima resbale inocente por mi mejilla. Cierro las manos y luego me abrazo las rodilla y vuelvo a pensar. Intento recordar el sonido de su risa, pero casi lo he olvidado. Me atemoriza el hecho de que no pueda volver a hablar con él. Tampoco recuerdo el rítmico sonido de su respiración, que tanto me gustaba y me dejaba sin aliento. Me abrazo las rodillas aun mas fuerte, pero esto no impide que caiga una lágrima, y luego otra, y así hasta que meto la cabeza entre las piernas y empapo el pantalón de lágrimas. Tienen suerte ellas, su vida efímera no las hace infelices. No existen lágrimas que lloren. Las envidio. Me gustaría ser una lágrima. Tuya, a ser posible. Sabría lo que sienten sin necesidad de hablarte, preguntarte o tan solo estar a tu lado. Se me olvida todo lo tuyo, te olvido a ti. He intentado no hacerlo, pero el dolor ha ganado esta vez. Pero no creas que dejaré de luchar, no. Lo haré hasta volverte a conseguir, hasta que podamos ser los mismos de antes. Tú y yo.
Echo de menos las noches interminables contigo tras una pantalla, conversaciones por teléfono que solo se oía nuestra respiración, algún te quiero, y mi corazón latiendo como si se me saliera del pecho solo por sentir que estás ahí. Echo de menos todos y cada uno de los deseos que tenía de estar a tu lado para siempre; echo de menos irme a dormir sintiendo que estás a mi lado,y por nada del mundo me vas a soltar; levantarme e ir corriendo hacia el ordenador con la esperanza de encontrarte conectado, esperándome ahí sentado. Añoro con las mayores fuerzas del mundo,con toda la fuerza que hay dentro de mí, los momentos que no vivimos, que prometimos que íbamos a realizar juntos, todos los sueños que perdimos, todas las ilusiones que me robaste, los besos que me prometiste, las sonrisas que me regalaste pero nunca pude ver. Extraño cada uno de los sueños improbables pero no imposibles que tenía antes de conocerte, y los que al conocerte se hicieron realidad. 
Es curioso que a pesar de aferrarme a todo lo que vivimos, veo como un recuerdo feliz cada una de las lágrimas que derroché por ti sin servir de nada.

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