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martes, 28 de abril de 2015

Past.

A veces, cuando observo el cielo descubro lo inconsciente que soy al no saber lo extensa que es la distancia desde aquí a allí. Sin embargo cuando subíamos a aquellas azoteas a las que me llevaste parecía que podía tocar las nubes con la punta de mis dedos y, no recuerdo mejor sensación que la de poder besarte mientras intentaba hacerlo. 
Comprendí que hay distancias inescrutables ya que no depende de nosotros poder llegar al otro punto y es sorprendente lo injusto que me resulta teniendo en cuenta que yo no fui quien elegí que te marcharás. Quiero creer que fue el universo, el destino quien te alejó de mi, pero me doy cuenta de que por terrible que parezca has sido tú quien has decidido dejarme aquí sentada, en el bordillo del edificio más alto de nuestra ciudad favorita. Sola. Sintiendo que sin tus impulsos jamás volveré a sentir que puedo tocar el cielo. 


martes, 21 de abril de 2015

So kiss me.

La primera vez que te vi quise gritarle al cielo lo injusto que me parecía tenerte ante mis ojos y no poder tocarte. Eras inalcanzable. Como una nebulosa hecha de todo lo que me encanta. Eras tan lejano...
Pero un día, hace ya mucho, descubrí el material del que estaba hecha la escalera que subía a las estrellas, y entonces lo hice, subí, y pude por fin tocarte. Fue maravilloso ¿sabes? No sabría expresarlo bien con palabras, pero fue como uno de esos besos que nos dimos mientras la luna era testigo de las cosas que me dijiste. 
Ahora la luna esta tan lejos para verificar aquellas palabras que tan solo son un recuerdo. 
Hacían cosquillas. Cuando las susurrabas despacio en mi oído hacían cosquillas. Y yo reía como si me contasen el chiste mas gracioso del mundo pero con los ojos brillantes de amor. Porque, no se si te lo he dicho alguna vez pero, yo le dije al sol como podía brillar más fuerte en las mañanas frías de aquellos que las pasaban solas en invierno, porque tu hiciste en mi ese brillo, me descubriste el secreto de la felicidad y me dejaste saborearla lentamente, por un tiempo, sin saber que hoy seria yo aquella chica sin nadie con quien compartir esta helada mañana de invierno.


domingo, 12 de abril de 2015

Falling slowly.

En los últimos vagones sentada entre toda esa gente desconocida estaba ella. Radiante. Con su vestido marrón y aquel broche en el pelo. Perfecta. 
Cada mañana que amanecía gris llevaba unas botas negras que me hacían reír y, sé que nunca os he hablado de ella, pero, creo que podría haber sido el amor de mi vida. Aunque eso, nunca lo sabré. 
Siempre tuve la tentación de sentarme unas butacas más a la izquierda para acercarme a oler su perfume durante el viaje, pero nunca reuní el valor necesario para hacerlo. Me conformaba con observar sus labios desde la distancia. Y esperar a que levantase la mirada para que me viese ahí sonrojado por la sensación que me producía pensar en poder hacerla mía. 
A veces me miraba tímida, ella era así, quizá por error pero, me miraba fijamente unos segundos ¿sabéis esa sensación?creo que son los ojos más bonitos que he visto brillar. 
Hoy, escribo desde la butaca que esta más a la izquierda, a su lado, pero sin ella. 
Hace semanas que no la veo. Meses. Y, a pesar de saber que este día llegaría, es mucho más aterrador de lo que pensé. 
Nunca sabré tampoco si le gustó la historia de aquel libro largísimo que leyó una y otra vez mientras esperaba a aquella otra señorita. Mientras escuchaba sus risas y lágrimas. 
No estoy muy seguro de cuanto tiempo ha pasado en realidad pero, yo llevo el pañuelo blanco que olvido en esta butaca el último día que la vi. 
Esperando sentado a que vuelva, decidido a decirle hola por primera vez, pedirle el teléfono e incluso invitarla a tomar un café después del trabajo. 
Estoy seguro de que se me pasarían las horas hablando de su sonrisa y con el tiempo le confesaría que me enamoré de ella la primera mañana gris que la vi cruzar la puerta del último vagón de aquella estación de metro.