Sonríe al verme sonreír. El oportuno error de marcharme, cuando él todavía no se habia ido. Me gustaría escribirle, en una de las servilletas de aquel acogedor Starbucks, los mil y un tequieros que olvidé repetirle aquella tarde. Ojalá pudiese, volver, regresar a aquel instante, arreglarlo todo, liberar mi alma de culpa. Muchas veces no se dice lo que se piensa. Espero que lo entienda, que sepa perdonarme algún día.
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