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jueves, 10 de septiembre de 2015

Carta a un amigo,

¿Sabes esos momentos en las películas en los que todo va a cámara  muy muy lenta? Mirarla es siempre así. 
A veces siento la necesidad de pellizcarme en secreto para ver si estoy en algún sueño, y no se lo he confesado nunca, pero cada vez que la veo, siento unas ganas inexplicables de quitarle todo menos esas sonrisa idiota que ojalá nunca deje de llevar puesta. 
Hoy vamos a salir a cenar, o eso creo. Me ha llamado hace una hora y solo me ha pedido que sea puntual. Sorprendentemente tiene algo preparado. Para mi. Solo para mi. 
Me temo que estoy acostumbrado a ser el que sorprende y no se si alegrarme o salir corriendo. 
Muchas veces pienso "¿Qué pasaría si se termina ahora? Si le digo que yo todavía no la quiero como siento que merece y da media vuelta y se va ¿podría seguir después de esto sin ella ?" Pero cada vez que intento vivir como solía hacerlo antes de conocer sus caricias y sus besos algo falla en mi y no consigo ser como antes. Será la cara que me deja de idiota cada vez que nos despedimos, cuando yo me hago el duro intentando fingir que quiero que se valla aunque desee pasar con ella el resto de la noche. 
A veces se me olvida que es una niña y nos imagino juntos, con una vida para nosotros, nuestra propia rutina, en una cena familiar... Pero luego vuelvo al miedo de que esos 18 vuelvan a decepcionarme y simplemente olvido lo de esa cena y lo de la vida y me intento convencer de que si tiene que ser será en el momento adecuado. Por que sí, soy de esos que siempre ponen pegas y sacan el fallo del ahora para no pensar que quizá ya sea el momento. Al fin y al cabo siempre ha sido más fácil huir que mojarse, y si no, que se lo pregunten a uno de mis amigos; a parte nunca me ha gustado la lluvia. Los días grises hacen que me coma la cabeza y dios... Apuesto a que ella tampoco lo sabe pero a veces también quiero darme la vuelta e irme. Sin embargo, hay algo que me ha enganchado de los huevos y no me deja dejarla. Es como si quisiese que firme ser mía sin tener que firmar el ser suyo. Una especie de matrimonio a medias, ni si quiera creo que exista la palabra. Es como que intento huir del echo de pertenecer a alguien; una especie de autoescudo que diga "nunca fuimos en serio" en caso de que salga mal. Pero ella se lo toma muy en serio y no se hasta que punto me gusta, es más, me asusta. 
Ojalá pudieses conocerla... Estoy seguro que te enamorarías de su mirada cuando habla tan enserio como prometiéndote una vida sin pedirte nada a cambio. Es tan profunda. Me atrapa. Y me quedo embobado unos segundos antes de soltar alguna frase que ella llamará "soez" y que así no note que ella también me gusta cada vez mas y no puedo evitarlo. 
No quiero decepcionarla. Ojalá pudiese ser todo lo que ella necesita y merece. Ojalá pudiese desprenderme del pasado y de las preocupaciones. Del miedo. Del pánico. 
Ojalá pudiese dejar de ser tan idiota a veces, cuando sobrepasó los limites y no me doy cuenta. Se que ella terminara cansándose de mis repentinos cambios de humor y que terminaremos quemándonos por jugar tan cerca del fuego. No necesito que nadie me diga lo que va a pasar. Nos vamos a dar una ostia increíble algún día, pero mientras corremos hacia el muro yo espero apoyado en el capo de mi coche, impaciente, porque quizá pase que sea masoquista o quizá pase que, como que, no sé, que... que la aprecio creo, que a veces es como que me muero por ella... Que a veces es como que... como que la quiero.




 

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